Son pasajeras las nostalgias
que como trenes de mercancias
se apean de los dias.
Es sencillo el texto de humo
que la infancia deja sobre el cielo.
Un texto delicado y largo
como las derrotas que trazabamos
con el corazon virgen
desde la hierba brillante de los prados
hasta el ultimo comboy
atlantico que dejaba las tardes hechas
de vacas pastando las lineas de fuga
que se nos desprendian de los dedos.
Tengamos en cuenta el sortilegio
que encerraban los regresos
aunque solo fuese aquel tramo
inverso de los prados arbolados
tendido como un cable de alta tension
entre los ojos desmesurados
y la lumbre imberbe entre los muslos
mas tiernos del futuro.
Jamas olvidare el brote del vello
como grumos de luz en carne viva,
alli, donde la leche de la carne
acunaria para siempre los labios de la vida,
su lengua poliglota y salvaje