MANOS HECHAS A MANO
Manos que inventan mis manos
manos para abrazar sin manos,
con solo la red repleta de tus dedos
Manos que dominais hachas
que traducis el hábito de las ramas
su locuaz arrebato con las alas y sus nidos
Manos que soportáis ignorancia
de los cielos a la hora del crepúsculo
Manos tozudas como niños
atareados en desnudar los besos
sino zarpazos o los suaves abecedarios
de estar solos con un animal entre los dedos
manos mensajeras de vuelo certero
al corazón de la fruta cuando callas
Endurecidas alforjas de la calma
si ella solo con los labios sueña
Manos de marear derrotas amarrar
cabos surcar el silencio hasta si
hasta alcanzar la rosa de los vientos
y sus bellísimos destrozos de espuma
Manos que a las heridas dais cobijo
y jamás dudais en acompañar mis ojos
cuando los adioses son trenes dibujados
en los tendales de estar solo
Manos que recogéis las mondas de la luz
y repartis el resto con la siembra
y si es abril ya todo es vaso y mesa
y descansais dejando a las herramientas
los talleres de la partida y el silencio.
Manos feroces tomando las estribaciones
del amor como una colina perpetua
Sucumbiendo con todo el cuerpo por delante
una vez alcanzada la lunar explanada
donde los dedos políglotas fundan oasis
e intercambian lenguas como datiles
Y al final manos simples y humildes
tecleteais los tactos y fundais alfabetos
en los lechos oscuros regresando fieles
siempre fieles y sin embargo os laváis las manos
antes de cerrar el libro abierto en su regazo.
MANOS (II)
Ellas son las que saben
las que conocen el tamaño de la vida
las que palpan el origen y la tierra
las que conocen la textura de la verdad
Ellas jamas miran de lejos
la bondad del mundo
Sopesan la ternura
como quien da forma al sueño
abiertas mecen las fatigas
Moldean la esperanza y hacen los días
desde la mañana a la noche
Cerradas guardan la rabia
o como animales heridos se doblan
y golpean derrotadas, y salvajes
adoran la piel de los besos
se posan como si todas las aves
y adoran el pan el vaso los alimentos
que ellas tallan, anónimas
renuncian al alboroto de los ojos
y siempre echan una mano
a veces matan y golpean y cuentan
con los dedos para las perdidas
los adioses escavados por ellas
en la tierra o en el aire sí regresan
Son furtivas y se adelantan a la lengua
en las incursiones húmedas
en las tupidas oquedades del deseo
y retozan con sus cinco sentidos
cuando alcanzan las charquitas y sus vocales
jamas olvidan el camino que las lleva
a las fuentes de tu nilo escondido
Este poema los escribo sin manos
y son funambulista por un momento
para que descansen leyendo este poema
y disfruten de su sagrado insomnio.
Y vosotros no olvidéis que cómo dioses
tenemos la vida en nuestras manos