Me paro a veces al borde del dia
y alzo los ojos al cielo que pisamos
sigo el vuelo de la tinta negra
de las aves que regresan
unas a los arboles que os cuidan
otras que salen de las oquedades donde tambien mi alma.
Asi alcanzo a oir la charla de los muertos
su sabia toma de contacto con la nada
Dibujo con humo mi recuerdo
de cada uno de ellos avalando el dia.
No me preocupa a estas alturas del camino
la risa o el llanto de los dioses
solo tengo tiempo, y es mi tiempo
para ordenar los restos del naufragio.
Hace mucho que es mi tesoro preferido
esto, el Olvido, y esa isla oceanica
que mi corazon comparte con todo el que me encuento.
Sentado al borde de la tarde
reconozco las aves de tinta de un poema.
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