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Ceos encollidos polo pranto das pedras

néganse a arrolar os voos das aves

Un sol de inxustiza emborollado

lapida a luz 

na mesmíssima cunca dos ollos de deus

Malditas sexan as carantoñas dos asasinos

que enmascaran os seus fauces 

e garras 

baixo as unllas esteladas da paz

Un enorme cadáver do tamaño dun berro

ondea nas azoteas 

das CONFERENCIAS POLA PAZ.

MIRADE Aos ANIMAIS,

vede como as bestas foxen espavoridas

ante a maquinaria infernal 

de TAN PULCRA MASACRE

Entre a carne retorcida o carniceiro acende

sete velas aos seus folgados mortos.

A industria é imparable, a crise invístese,

a RABIA e a IMPOTENCIA 

están garantidas:

O suicidio dos homes, a vosa miseria

é a espectacular colleita deste século.

A vosa negra colleita: 

Ata cando o estómago

do voso deus NECROFAGO, 

aturará estes laídos de CAN

 que é o voso corazón?

Todo o Ouro e os Diamantes do Mundo

son só un GRAFITTI de sangue

no MURO DAS LAMENTACIÓNS

que erguedes espantados,

Sodes apocalípticos 

e estades definitivamente

enfermos.

Cielos encogidos por el llanto de las piedras
se niegan a acunar los vuelos de las aves
Un sol de injusticia emborronado
lapida la luz
en la mismísima cuenca de los ojos de dios
Malditas sean las carantoñas de los asesinos
que enmascaran sus fauces
y garras
bajo las uñas astilladas de la paz
Un enorme cadaver del tamaño de un grito
ondea en las azoteas
de las CONFERENCIAS POR LA PAZ.
MIRAD A LOS ANIMALES,
vez como las fieras huyen espantadas
ante la maquinaria infernal
de TAN PULCRA MASACRE
Entre la carne retorcida el carnicero enciende
siete velas a sus holgados muertos.
La industria es imparable, la crisis se invierte,
la RABIA y la IMPOTENCIA
están garantizadas:
El suicidio de los hombres, vuestra miseria
es la espectacular cosecha de este siglo.
Vuestra negra cosecha:
¿Hasta cuando el estomago
de vuestro dios NECROFAGO,
soportara estos lamentos de PERRO
que es vuestro corazón?
Todo el Oro y los Diamantes del Mundo
son solo un GRAFITI de sangre
en el MURO DE LAS LAMENTACIONES
que levantáis espantados,
Sois apocalípticos
y estáis definitivamente
enfermos.

Cielos encogidos por el llanto de las piedras
se niegan a acunar los vuelos de las aves
Un sol de injusticia emborronado
lapida la luz
en la mismísima cuenca de los ojos de dios
Malditas sean las carantoñas de los asesinos
que enmascaran sus fauces
y garras
bajo las uñas astilladas de la paz
Un enorme cadaver del tamaño de un grito
ondea en las azoteas
de las CONFERENCIAS POR LA PAZ.
MIRAD A LOS ANIMALES,
vez como las fieras huyen espantadas
ante la maquinaria infernal
de TAN PULCRA MASACRE
Entre la carne retorcida el carnicero enciende
siete velas a sus holgados muertos.
La industria es imparable, la crisis se invierte,
la RABIA y la IMPOTENCIA
están garantizadas:
El suicidio de los hombres, vuestra miseria
es la espectacular cosecha de este siglo.
Vuestra negra cosecha:
¿Hasta cuando el estomago
de vuestro dios NECROFAGO,
soportara estos lamentos de PERRO
que es vuestro corazón?
Todo el Oro y los Diamantes del Mundo
son solo un GRAFITTI de sangre
en el MURO DE LAS LAMENTACIONES
que levantáis espantados,
Sois apocalípticos
y estáis definitivamente
enfermos.

غزة الآن – Gaza Now
Gaza, Palestina
YO APOYO A PALESTINA
Comunidad Palestina
Palestina Libre
Poesia Incompleta

Hacia la Boda, por karlotti

(Fotografía de @PEPE POSSE)

Amigo mio, amigo del alma

para Javier Insausti

camino hacia la boda

los árboles de pavos reales

espejean en el cielo

como si un lago de Parvathi

y patas arriba los búfalos

quitando el sitio a los nenúfares

danzan a mi lado los invitados 

y ellas ya relumbran 

al fondo  donde el atardecer

es la eternidad que nos acompaña

danzan los niños

y los jóvenes  como muchachas

se exhiben y es amable 

lo que suena aupando a los músicos

Amigo mio, solo faltas tu

para que el banquete 

llene de envidia a Krisna

y a sus enamoradas huestes

Nosotros no tenemos prisa

solo la novia arrea el rebaño

de piropos y bienvenidas

Toda la aldea es una enorme 

mesa repleta de agridulces manjares

y el baile no se detiene.

Durante tres días los dioses se callan

una infinita promesa

hace del porvenir 

una deliciosa sobremesa

En las orillas del verano

abrevan todas las infancias

Los grillos motor insomne

que alimenta los sueños

con los párpados volando

Las aldeas cosmopolitas

se comen las distancias

en el gran banquete del presente

Y a la velocidad de los árboles

llegan los comensales

desde cualquier lugar donde las uvas

y los higos hacen su baile

celebremos que los caminos

están quietos

y encontrarnos

es lo mas fácil

gorriones y cuervos

ocupan las sillas del viento

que las voces de las niñas

abandonan ante el hocico del otoño

Los atardeceres ponen sus velas

sobre las mesas de pan tierno

de las mondas de la luz

hacen mosto tus labios

que nos embriaga y nos mece

dejando en paz

al agricultor de sueños

al pastor de palabras

al chamán de la tribu

y a la tierra salvaje

que sin nosotros es mansa

fronte por fronte, Fisterra

las frutas armadas

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otoño adora el sexo de la lumbre

otoño adora el sexo de la lumbre

las cosas de cocinar

cuelgan como promesas

de xantares que murmuran

hay tiempo para todo

cuando el frio acampa

y las lumbres comestibles

se maceran entre las manos

de noviembre, calmo arbodio

mostos de luz envuelta

suenan bayas y huellas

los animales peludos

rebuscan hasta sacar las  raices

de una melancolica pausa:

es el dia un herbolario repleto

de ojos buscando leña,

buscando tumbas encendidas

arboles antiguos e imparables.

Los frrutos armados

se ofrecen a la paciencia de los labios

y un lenguaje mimetico

plagia la danza de la muerte.

Origen: Dia Internacional de Solidariedade com o Povo Palestino | Olhaparo

Dia Internacional de Solidariedade com o Povo Palestino

by 

A libertação do povo palestiniano representará não só um duro golpe para o imperialismo em todo o mundo, mas também um salto progressivo para toda a humanidade. Nao é abondo amentar as vidas ceifadas no renovado ciclo de violência, brutalidade e destruição desencadeado pola ocupação em curso da Palestina. É preciso considerar que o projecto sionista é de natureza colonial, construído em terras roubadas e sustentado pola exclusão, exploração e extermínio sistemáticos do povo palestino e reconhecer a utilização do sionismo como arma do imperialismo ocidental e do Estado israelita como instrumento para suprimir a soberania dos demais povos e promover a reacção violenta  além dela. Após o regime sionista demonstrar a sua natureza genocida tanto na intenção como no efeito é preciso compreendermos que a violência fascista contra o povo palestiniano hoje prenuncia a violência do imperialismo ocidental contra todos os trabalhadores e povos oprimidos do mundo amanhã, porque esta é a tendência histórica do capitalismo em decadência. Rejeitar, portanto, a falsa equivalência entre colonizador e colonizado, reconhecendo que a violência dos oprimidos é uma resposta à condição original da sua opressão e defender o direito inalienável do povo palestino de resistir e reconhecer, em fim, que o povo palestiniano enfrenta uma luta nacional, uma luta de classes e uma luta feminista é afirmar que a luta polo autodeterminação dos povos vai de braçao dado das demais lutas, também as dos movimentos anti-sistémicos, cujas aspirações democráticas são limitadas tanto pola agressão militar israelita como polas pressões dos EUA para normalizar as relações com o Estado israelita.  Rejeitando a transformação do “feminismo colonial” em arma para obscurecer as contradições primárias do colonialismo e do imperialismo e desviar a atenção da violência patriarcal e sexual que lhes é inerente. Portanto, não apenas um duro golpe para o imperialismo em toda a parte, mas também um salto para toda a humanidade.

https://x.com/galizapalestina/status/1729775546899247331?s=20

ELLA Y LA LUMBRE

La Dari de nuestra Cocina

JAMAS SE SENTABA

volaba

sus manos cantaban

humo

y era embriaguez lo que brotaba

una antigua estirpe de reinas 

sobre la tierra sus pies

limaban cielo

cloqueaba el fuego

en sus ojos

color desierto

y pavos reales fundidos a su paso

volaba

como solo la luna

al caer el mundo

sobre nuestro sueño

Comíamos de su mano 

alucinadas charlas

y nos daban las albas

sin tocar el suelo.

Ella cocinaba el sentido de las cosas

y tallaba los bordes en llamas

de un itinerario de pura agua.

Todo el desierto

ondulaba en su ausencia:

descansaba sin que sonara la fe

ni la muerte

solo los mercados de polvo

y los espejos en rama

tenían lugar

en su regazo

nuestra vida

pendía de su lumbre.

En el desierto del Thar

los camellos guardaban

sus sonrisas

en su voz:

jamas la llamaba nadie

era la doncella

que guardaba los cuentos.

Y la noche plagiaba

sus ojos, su calma.

                                              karlotti

EN EL THAR

Sol, polvo y estiércol

hogar colgado del humo

un cielo

con un vuelo de cometa

entre los dedos

de un niño.

Árboles ardiendo

en el seno de la luz

y la luz inmóvil.

¿Te parece poco?

Son los camellos

relojes de arena

posados

en las repisas del día.

Sólo tu voz se esfuerza

pastando

en la dirección del mundo.

                                              karlotti

 EL REPARADOR DE ESPEJOS

decapita el sol

en el azogue aburrido del día.

En el samovar dorado

se esconde la buena estrella

del lanzador de cuchillos.

Los ojos negros de la niña

son el horóscopo perfecto

del comedor de opio.

                                                           karlotti

(Poemilla para el regreso
forzosamente inventado)

Tantas risas comimos tantas
Hasta dejarlas en los huesos
Y las risas que nos quedan
Son como gorriones libertarias
Bailamos sobre las mondas
De los dias y de las noches
Cantabamos siguiendo el ritmo
De tamtanes poliglotas
Y celebramos las derrotas
Haciendo el pino
En las cornisas de los vasos
Navegamos por los siete bares
Que sueña la rosa de los vientos
Y aqui estamos con la Aldea Alada
Repleta de adioses de carne y hueso
Arden las perdidas, si,
Y al amor de la lumbre
Nos declaramos nómadas
Habitamos la tierra
Amores y amigas y amigos
La única patria.

(Celebrando los encuentros, el azar de estar vivos. Un abrazo irmanciño Eknorfu Palig )

Staten Island
Un oro tenue
un sol púrpura
delatan una casa
con una cama
en su interior. Cada
mañana prismática
me pregunto adonde
se dirigen
los habitantes
de esta casa.
Sujeto relojes de sol
a los árboles. Allí
hay una total
ausencia
de termómetros.
Me visto
lentamente, consciente
del tiempo pasado
aquí, disolviéndonos.
  
Staten Island
A faint gold
a purple sun
betray a house
with one bed
inside. Every
prismatic morning
I wonder where
the inhabitants
of this house
travel.
I bolt sundials
to the trees. There
is a total
absence
of thermometers.
I dress myself
slowly, aware
of time spent
here, dissolving.

Origen: El camuflaje del imperialismo occidental

El camuflaje del imperialismo occidental

Las grandes potencias suelen revestir sus ambiciones estratégicas con consideraciones virtuosas de alcance universal: los derechos de los pueblos, la defensa de la libertad, la civilización. En los últimos tiempos, es común recurrir a los valores de la izquierda para servir los objetivos estratégicos de Occidente.

por Christopher Mott, enero de 2023

Christopher Mott: Investigador asociado del Institute for Peace and Diplomacy (Instituto para la Paz y la Diplomacia); anteriormente investigador y funcionario del Departamento de Estado. Una versión más extensa de este artículo se publicó bajo el título “Woke imperialism: The coming confluence between social justice and neoconservatism” en junio de 2022, https://peacediplomacy.org.

publicado por Le Monde Diplomatique en español.

Perseguir el terrorismo, promover la democracia, proteger a los pueblos…: a Estados Unidos no le falta imaginación a la hora de justificar sus intervenciones militares y sus injerencias en el extranjero, desplegando un nuevo argumentario en cuanto el anterior ha caído en descrédito. Desde hace unos años, Washington ha privilegiado un nuevo registro, el de la justicia social, reciclando luchas sociales en boga en Occidente para legitimar sus intervenciones. Así, los dignatarios del Pentágono y del Departamento de Estado, las cabezas pensantes de los think tanks influyentes, pero también los representantes de las ONG y los editorialistas de los grandes medios de comunicación –en resumen, todos aquellos que tienen algo que decir en materia de política exterior– hablan ahora de luchar contra la opresión de las mujeres, de defender a las minorías étnicas, de los derechos de las personas LGBTi… Al hacerse eco de los temas que mueven a los jóvenes licenciados y a ciertos círculos activistas radicales, desarrollan un nuevo objetivo estratégico, que podrán utilizar para justificar toda clase de injerencias: el “moldeado cultural” (culture forming), basado en las normas y costumbres occidentales.

A primera vista, puede parecer sorprendente que temas en boga en los círculos activistas progresistas –en círculos woke (literalmente ‘despiertos’), según la expresión habitual en los medios de comunicación– alienten y sostengan políticas intervencionistas y expansionistas, en muchos casos fuertemente armadas. Sin embargo, esta tendencia no debería sorprender. Hace mucho tiempo que Estados Unidos recurre al registro moral para enmascarar sus objetivos imperialistas. Desde el siglo XVII, el puritanismo anglosajón, con su idealismo moralista, ha concebido la historia de la humanidad en base a relatos universalistas. En su versión secularizada, dicho puritanismo se encarnó en Thomas Jefferson, el tercer presidente estadounidense (1801-1809), quien concebía Estados Unidos como un “imperio de la libertad”, que guiaba con su ejemplo a las demás naciones del mundo, sumidas en la ignorancia (1). Un siglo después, el presidente Woodrow Wilson (1913-1921) vio en la Primera Guerra Mundial, una vez su país entró en el conflicto, una oportunidad para difundir los valores políticos estadounidenses y establecer un marco de entendimiento universal en las relaciones internacionales (2). Ese intento de remodelar el orden internacional desembocó en la creación de la ­Sociedad de Naciones, en la que finalmente Estados Unidos no participó debido a la intransigencia del Senado, republicano y aislacionista, y la feroz resistencia del presidente Warren Harding (1921-1923).

En los albores del siglo XXI, la moral seguía guiando el intervencionismo estadounidense. Apenas unos meses después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, la Administración de George W. Bush ampliaba el alcance de su misión: ya no se trataba solo de perseguir a Al-Qaeda y sus cómplices, sino de iniciar una “guerra contra el terror”. Este proyecto utópico pretendía pacificar varios puntos calientes del planeta a través de operaciones de “cambio de régimen” (regime change) y de “construcción nacional” (nation building). Inaugurado en Afganistán, se extendió a Irak y luego al conjunto de Oriente Medio. Estas expediciones ­armadas a menudo se justificaban ­explícitamente por la necesidad de promover la democracia. También presentaban, como ya había sido el caso bajo otras administraciones, una dimensión religiosa que influía en la definición de prioridades. Por ejemplo, la ayuda al desarrollo y la educación proporcionada a los países africanos en el marco de la prevención del sida estuvo durante mucho tiempo condicionada a la defensa del mero principio de abstinencia, un valor apreciado por la derecha cristiana estadounidense. En conjunto, semejantes programas se demostraron ine­ficaces, incluso contraproducentes.

En enero de 2009, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca puso fin al evangelismo de la era Bush y marcó el advenimiento de una perspectiva que se pretendía realista. Unos meses antes, mediante su voto, los estadounidenses habían rechazado la visión mesiánica de Bush representada por el candidato republicano ­neoconservador John McCain y decretado que los cambios de régimen no eran la respuesta adecuada a las amenazas del siglo XXI. Sin embargo, en lugar de abandonar las estrategias idea­listas del pasado, la nueva Administración se contentó con redefinir su lógica. A raíz de la Primavera Árabe de 2011, Estados Unidos y sus aliados lanzaron operaciones militares en Libia y Siria aduciendo motivos humanitarios. Esta cobertura ideológica emanaba de la “responsabilidad de proteger” (responsibility to protect o R2P), un concepto acuñado por Samantha Power, cuya presencia en la Administración de Obama marcó el fin del rea­lismo prometido por el presidente y el paso a un enfoque más clásico de la política exterior estadounidense.

La distorsión de las causas progresistas

En Libia, las consecuencias de la intervención militar fueron desastrosas. Privado de poder central, desgarrado por una guerra civil entre facciones rivales, lastrado por problemas que antes no existían, como el terrorismo o mercados de esclavos que operan en pleno día, el país es hoy el arquetipo del Estado fallido. En Siria, donde las operaciones se llevaron a cabo por delegación y no a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), grupos yihadistas lograron acaparar gran parte de la ayuda militar inicialmente destinada a las fuerzas opositoras consideradas “democráticas”. Una vez más, una serie de intervenciones militares extranjeras desembocaron en un Estado fallido.

Finalmente, la R2P perpetuó y exacerbó los problemas que se suponía debía resolver, alimentando una violencia sistémica (3). Sobre todo, al precipitar la quiebra de los Estados creó y agravó las condiciones que hacen necesarias nuevas intervenciones humanitarias. De ese modo, estas se convierten en una especie de casus belli perpetuo, desencadenando un círculo vicioso de crisis.

Hoy, mientras se acelera la fusión entre las élites culturales y diplomáticas, la definición de una ideología adecuada para justificar la expansión imperialista es un elemento clave de la competencia interna entre las clases intelectuales. Su objetivo es conciliar sus intereses hegemónicos con su sentimiento de superioridad moral, es decir, hacer alarde de virtud y de sensibilidad hacia las penurias soportadas por las poblaciones marginadas de los Estados que hay que rescatar, y al mismo tiempo engrasar los engranajes de la máquina de guerra.

Esta confluencia en la escena diplomática de justicia social y neoconservadurismo, de defensores de los derechos humanos y partidarios del intervencionismo militar de la OTAN, resultó patente en vísperas de las elecciones presidenciales de 2016, cuando muchos neoconservadores tradicionales comenzaron a darse cuenta de que la demócrata Hillary Clinton probablemente era la candidata más capaz de cumplir sus objetivos, frente a un Donald Trump que propugnaba una especie de aislacionismo. Tras la inesperada victoria del multimillonario neoyorkino, esos diversos acercamientos cristalizaron en una coalición que abarcaba a los dos partidos; ahora, nuevos think tanks reú­nen a exanalistas republicanos y prominentes figuras demócratas (4).

En gran medida, los medios de comunicación estadounidenses secundaron esa realineación política. De ese modo, en diciembre de 2018 el editorialista neoconservador Bill Kristol, gran propagandista de la guerra de Irak durante la era Bush, pudo recibir los elogios de la cadena MSNBC (favorable a los demócratas), que lo calificó de “woke Bill Kristol” (5). Periodistas y activistas recurren ahora al léxico de la justicia social para combatir a naciones presentadas como rivales y apuntalar la hostilidad pública hacia ellas. El North American Congress in Latin America –una organización de orientación izquierdista, pero por lo general favorable a Estados Unidos– interpretó, por ejemplo, que las protestas que sacudieron Cuba en el verano de 2021 estaban motivadas principalmente por la excesiva tolerancia del Gobierno cubano hacia el racismo (6).

El caso boliviano es aún más llamativo. Los medios occidentales a menudo se refirieron en términos elogiosos al Gobierno de extrema derecha que se formó en La Paz en noviembre de 2019 tras un golpe de Estado y con el apoyo de Estados Unidos, y describieron a su líder, ­Jeanine Áñez, como una “activista por la causa de las mujeres” (7). Antes de ser derrotado en las urnas casi un año después, el Gobierno de Áñez tuvo tiempo de tomar medidas extremadamente duras contra las minorías de origen amerindio y los fieles de religiones indígenas tradicionales. Procesada por sedición y por haber provocado la muerte de una veintena de opositores, la “activista por la causa de las mujeres” fue finalmente detenida y encarcelada…

La retórica “progresista” ha permeado aún más el discurso atlantista desde el verano de 2021, con el fin de la intervención de la OTAN bajo mando estadounidense en Afganistán. Hacía tiempo que los medios de comunicación de todo el mundo se desentendían de esa guerra iniciada en 2001. Pero con la caída de Kabul y el regreso al poder de los talibanes, las “mujeres y niñas afganas” repentinamente han vuelto a formar parte de las preocupaciones occidentales; el tema ya estuvo en la agenda mediática hace veinte años para justificar la intervención militar ante los países europeos (8). Siempre prestos a hablar de los problemas afganos a través del prisma de las cuestiones sociales y los temas de actualidad específicos de Norteamérica, los periodistas occidentales también quisieron ver en la eliminación por parte de los talibanes de un mural que representaba a George Floyd (asesinado por un policía estadounidense en Minneapolis en mayo de 2020) un símbolo del retroceso de las libertades provocado por la retirada de las tropas estadounidenses (9). La focalización en esos temas sociales permite presentar la toma del poder por parte de los talibanes como una tragedia que los occidentales deberían haber evitado en lugar de como la conclusión lógica de la guerra más larga de la historia de Estados Unidos.

La distorsión de las causas progresistas en beneficio de la hegemonía estadounidense se basa en conexiones, que datan de antiguo, entre el mundo de la investigación, los contratistas del ejército y las agencias gubernamentales. En la versión inicial de su famoso discurso sobre los peligros del complejo militar-industrial, pronunciado en enero de 1961, el presidente Dwight Eisenhower ya afirmaba que la universidad era la fuerza motriz de esa relación oligárquica (10). También reconocía, con presciencia, que las ideas en boga en los campus proporcionarían fáciles excusas para legitimar la ideología globalizadora y futuros proyectos imperiales en aras de la “liberación”. El nuevo consenso entre los investigadores y el Gobierno pretende promover una teoría política basada en una moral universal que sacrifique los particularismos y la soberanía y favorezca la homogeneización cultural del planeta mediante el empleo tanto del soft power como del hard power.

A medida que gana prestigio en los círculos políticos y diplomáticos, la retórica imperialista progresista se fusiona cada vez más con la imagen internacional de Estados Unidos y su papel como gran potencia. Los sectores ganados a una visión convencional del intervencionismo, heredada de la Guerra Fría, han entendido perfectamente la conveniencia de utilizar con fines estratégicos luchas aparentemente motivadas por la justicia social, ignorando los contextos culturales e históricos que pueden ayudar a comprender otra visión de la cuestión de las minorías: naciones que viven de acuerdo a normas que nos parecen inaceptables pueden ser fácilmente tachadas de “problemáticas” e “intolerantes”, justificando sanciones u operaciones militares.

Esto se observó, por ejemplo, en el discurso pronunciado en marzo de 2021 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas por la representante de Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield (11). Al referirse en un contexto de política exterior al “Proyecto 1619” del periódico The New York Times –que insiste en la integración de las consecuencias de la esclavitud en la narrativa nacional–, Thomas-Greenfield tendía a universalizar la experiencia estadounidense y a extraer de ella una posición moralista absoluta con la que interpretar los fenómenos mundiales. Esta forma de estigmatizar a los Estados rivales en base a normas culturales definidas en Occidente también se impuso durante las acaloradas conversaciones sino-estadounidenses celebradas en Alaska en marzo de 2021, durante las que Washington y Pekín se acusaron mutuamente de hipocresía en materia de derechos ­humanos. Más tarde, en septiembre de ese mismo año, la Administración de Joseph Biden promulgó un decreto que imponía sanciones a cualquier persona implicada en las atrocidades cometidas en Tigré, una región del norte de Etiopía sumida en la guerra civil. El texto mencionaba explícitamente la naturaleza étnica de la violencia y su impacto específico sobre las mujeres para justificar la injerencia estadounidense. La lista no termina ahí: el pasado febrero, la OTAN organizó un “Debate de fondo sobre cuestiones de género y amenazas ­híbridas” (12); al mes siguiente, ­Estados Unidos decidió anular las conversaciones previstas con los talibanes sobre los bienes confiscados, aduciendo que el Gobierno de Kabul había anunciado que no reabriría las escuelas para niñas.

Si esta política continúa, probablemente terminará alumbrando un nuevo método para deslegitimar a ­determinados Estados a ojos de los pueblos occidentales, que comparten costumbres socioculturales similares. Ese viraje ideológico supone también un alineamiento con el tempo mediático, lo que puede dificultar un examen sereno de la validez estratégica de las políticas adoptadas y de sus beneficios para las poblaciones a las que se pretende asistir. Por otro lado, augura la aparición de una nueva generación de decisores políticos mejor integrada en la opinión mayoritaria, en la de los jóvenes en particular, lo que acercará a los activistas de la sociedad civil a los objetivos del Estado.

Este ha sido el caso desde el estallido de la guerra ruso-ucraniana en febrero de 2022. Algunos comentarios han enfatizado el hecho de que, si bien Ucrania realmente no puede presumir de su política hacia las minorías LGBTI, Rusia es aún peor. Ciertamente, esto significa poner el listón muy bajo, pero muestra claramente que segmentos de la prensa inclinados al intervencionismo echan mano de la cuestión LGBTI por su utilidad en términos de soft power (13). Ya existe un mercado mediático para esa clase de análisis. En mayo de 2022, The Atlantic, una publicación generalmente prointervencionista, defendía una “descolonización” de Rusia. La historia multiétnica de este Estado se comparaba con el colonialismo de la época victoriana, lo que justificaba su desmantelamiento a través de una operación de cambio de régimen (14)

El imperialismo liberal tiene un claro interés en presentar la política exterior estadounidense como progresista y en etiquetar a las naciones hostiles como intolerantes y reaccionarias. Este uso selectivo de las causas progresistas abre la puerta de par en par a las intervenciones en una larga lista de áreas problemáticas del Sur, al tiempo que sustenta una narrativa nacional que presenta esas operaciones como beneficiosas y moralmente legítimas. Después es fácil afirmar que los rivales extranjeros que critican esas políticas están “en el lado equivocado de la historia”, que son “enemigos del progreso” y “malvados”, palabras de moda en el Pentágono y el Departamento de Estado. En los próximos años, es muy probable que Washington insista en todos esos valores en sus relaciones con Estados que busca debilitar y en las regiones donde quiere expandir su presencia militar. Al mismo tiempo, esos mismos valores serán sin duda sistemáticamente minimizados cuando se trate de naciones amigas, como Arabia Saudí, exponiendo a los estadounidenses y a sus aliados a acusaciones de hipocresía que debilitarán aún más sus pretensiones de virtud moral.

El imperialismo de la virtud pretende la sumisión cultural

Desde que al comienzo de la Guerra Fría la Central Intelligence Agency (CIA) apoyó financieramente a artistas para promover los valores liberales asociados al excepcionalismo estadounidense (15), la clase dirigente sabe utilizar a la perfección las corrientes culturales dominantes en Occidente para defender su visión de la política exterior y sus intereses de seguridad haciéndolos pasar por el “interés nacional”. En la práctica, las instituciones estatales manejan la zanahoria de las subvenciones, los ascensos y la formación profesional para favorecer la aparición de un pensamiento de grupo sistémico dentro de la burocracia, alentar el internacionalismo liberal y fabricar consenso en torno al mantenimiento de la supremacía estadounidense en el mundo. En cuanto a las redes de captación y promoción de las élites, su papel es crucial tanto para reforzar el prestigio de las instituciones como para mantener una cultura del consenso estratégica, que luego es perfeccionada y difundida por un ejército de activistas de gran visibilidad expertos en el manejo de los medios de comunicación.

Conceptualizar las políticas (incluida la política exterior) bajo el prisma de la justicia social se ha convertido en un acto reflejo para la clase titulada, que ocupa la mayor parte de los puestos de gestión intermedia en agencias gubernamentales, empresas mediáticas y compañías privadas. No obstante, al igual que los bancos de inversión o los fabricantes de armas no renuncian a sus beneficios cuando enarbolan los símbolos LGBTI o Black Lives Matter (con fines básicamente promocionales), la CIA y el Departamento de Estado pueden exhibir públicamente su compromiso con las causas progresistas más en boga sin renegar de sus ambiciones imperialistas. Y lo que es más: el proceso de profesionalización le permite al personal actual y futuro retomar por su cuenta esa exhibición virtuosa y difundirla. Para aquellos que aspiran a un trabajo o ascenso, es una de las maneras de señalar su identificación con los objetivos de esas instituciones. Pierre Bourdieu llamaba a eso el “capital cultural”, que definía como la “familiaridad con la cultura legítima de una sociedad”. Este se traduce en todo un conjunto de conocimientos, habilidades, costumbres y cualificaciones que subrayan la pertenencia a la clase dominante.

Por el contrario, aquellos que preferirían ver a Estados Unidos emprender una política exterior más realista y prudente solo pueden constatar que el nuevo ethos de justicia social cumple más o menos la función que en el pasado tuvieron la promoción de la democracia o la R2P: legitima todas las acciones militares o diplomáticas emprendidas en su nombre y al mismo tiempo desautoriza las posibles críticas. Sin embargo, el nuevo imperialismo de la virtud quizá es todavía más desestabilizador porque, más allá de la reestructuración política de los países en su punto de mira, trata de obtener su sumisión cultural total, un proceso que, con el tiempo, podría radicalizar aún más a los países del Sur, no solo contra Estados Unidos, sino contra el liberalismo y el progresismo como tal. Ya estamos viendo a naciones con pocos intereses en común, aparte de su hostilidad hacia el intervencionismo estadounidense, coaligarse contra la hegemonía del imperialismo liberal en nombre de su soberanía estatal y civilizatoria (16).

Desde un punto de vista histórico, estos desa­rrollos no son nuevos ni exclusivos de Estados Unidos. En los siglos XVII y XVIII, el Imperio británico alentó el comercio mundial de esclavos por razones tanto financieras como coloniales, antes de que la causa antiesclavista llevara –a consecuencia de los avances de la industrialización durante la era victoriana– a redefinir la expansión imperialista en términos de deber moral (la “misión civilizadora”, la “carga del hombre blanco”). El imperialismo liberal bajo el liderazgo de Estados Unidos parece funcionar con una lógica similar: las acciones humanitarias a menudo tienen lugar en regiones donde ya se han producido intervenciones occidentales, y crean las condiciones de futuras intervenciones, generando una espiral de conflictos enquistados. Los casus belli motivados por consideraciones de justicia social tienen una evidente utilidad para quienes abrigan deseos expansionistas. En ese sentido, el precedente análisis puede leerse como una advertencia a los activistas progresistas: el complejo militar-industrial es perfectamente capaz de asimilar vuestro lenguaje y de ponerlo al servicio de sus objetivos. Podemos apostar a que si esa pantalla ideológica que hoy permite justificar políticas exteriores agresivas e intervenciones militares en suelo extranjero deja de considerarse funcional, será rápidamente ­reemplazada por una nueva retórica. Y el ciclo volverá a empezar.

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(1) Robert W. Tucker y David C. Hendrickson, “Thomas Jefferson and American foreign policy”, Foreign Affairs, Nueva York, primavera de 1990.

(2) Milan Babik, “George D. Herron and the eschatological Foundations of Woodrow Wilson’s foreign policy 1917-1919”, Diplomatic History, vol. 35, n.º 5, Oxford University Press, noviembre de 2011.

(3) Léase Anne-Cécile Robert, “Orígenes y vicisitudes del ‘derecho de injerencia’”Le Monde diplomatique en español, mayo de 2011.

(4) Glenn Greenwald, “With new DC policy group, dems continue to rehabilitate and unify with neocons”, The Intercept, 17 de julio de 2017.

(5) The Beat with Ari Melber, “Fat Joe and woke Bill Kristol”, MSNBC, diciembre de 2018.

(6) Bryan Campbell Romero, “Have you heard, comrade? The socialist revolution is racist too”, North American Congress in Latin America, agosto de 2021.

(7) “Women’s activist Jeanine Anez takes the reigns in Bolivia”, The Australian, Sídney, noviembre de 2019.

(8) CIA report into shoring up Afghan war support in Western Europe”, WikiLeaks, marzo de 2010.

(9) Akhtar Mohammed Makoii, “The soul of Kabul: Taliban paint over murals with victory slogans”, The Guardian, Londres, 7 de septiembre de 2021.

(10) Henry A Giroux, University in Chains: Confronting the Military-Industrial-Academic-Complex, Routledge, Londres, 2007.

(11) Linda Thomas-Greenfield, “Remarks at an UNGA commemoration on international day for the elimination of racial discrimination”, US Mission to the United Nations, Nueva York, marzo de 2021.

(12) “Deep dive recap: exploring gender and hybrid threats”, OTAN, Bruselas, febrero de 2022.

(13) J. Lester Feder, “The fight for Ukraine is also a fight for LGBTQ rights”, Vanity Fair, marzo de 2022.

(14) Casey Michel, “Decolonize Russia”, The Atlantic, Washington DC, mayo de 2022.

(15) Frances Stonor Saunders, La CIA y la Guerra Fría cultural, Debate, Madrid, 2013.

(16) Benjamin Norton, “Venezuela and Iran sign 20-year cooperation plan, Maduro pledges ‘joint anti-imperialism struggle’”, Multipolarista, 11 de junio de 2022.

Christopher Mott

Investigador asociado del Institute for Peace and Diplomacy (Instituto para la Paz y la Diplomacia); anteriormente investigador y funcionario del Departamento de Estado. Una versión más extensa de este artículo se publicó bajo el título “Woke imperialism: The coming confluence between social justice and neoconservatism” en junio de 2022, https://peacediplomacy.org.
  • Alberto Medina

Labrador Méndez, Germán. Letras arrebatadas: Poesía y química en la transición española. Madrid: Devenir, 2009. 502 pp.

Mediada la lectura del monumental trabajo de Germán Labrador, el lector se topa con un significativo silencio. En la sección “Intermedio: El álbum fotográfico” los protagonistas del relato nos contemplan desde fotografías en blanco y negro con una unánime pose: sus miradas confrontan directamente a la cámara y al lector. El flujo crítico queda interrumpido y a la vez hace posible la intensidad de la pausa. Las quinientas páginas del volumen enmarcan, construyen, preservan e iluminan esa pausa. El espacio mismo del libro se torna materialización de su relato. Esta es la historia de una interrupción; la historia, paradójicamente, de un impulso a-histórico, su preservación del olvido. Quienes nos contemplan son en su mayoría jóvenes cadáveres, identificados ya como mártires desde el epígrafe de Castelao que encabeza el volumen, santos malditos situados al margen del tiempo cuyas miradas desde esas viejas fotografías reclaman su derecho a la presencia, su lugar en un relato que se nutrió de su exclusión. [End Page 192]

El riguroso volumen de Labrador construye un corpus y erige, quizá a su pesar, un monumento en el que encuentran cabida las producciones artísticas, fundamentalmente poéticas, marcadas por la droga en los años de la transición española. El autor describe así su proyecto: “La voluntad de este libro es la de trazar una historia del imaginario de la transición española, una cartografía libidinal, un relato que ilumine lo que pasó contando también lo que se quiso que pasase, lo que se temía que ocurriría, lo que se deseaba que ocurriese” (18). La implícita tensión de esas palabras fundamenta el proyecto de Letras arrebatadas. ¿En qué consiste la cartografía del deseo? ¿Cómo iluminar lo que nunca fue?

El monumento no se limita a recordar, crea devociones y fidelidades, respetos y silencios que quizá suplanten los vacíos de la historia. La virtud del relato no radica sólo en la solidez de sus fundamentos, sino también en arrebatar la mirada del lector, solicitar su devoción hacia los mártires.

Los cimientos no pueden ser más firmes: haciendo un espectacular despliegue de lecturas teóricas e históricas, Labrador acude allí donde encuentra sólidos materiales para apuntalar su edificio. Quizá, entre otros muchos, tres referencias, casi inevitables por otra parte, resultan cruciales: el concepto de “literatura menor” de Deleuze/Guattari, el “Pharmakon” derridiano y los escritos de Benjamin marcados por su experiencia con las drogas. Lecturas ajustadas e iluminadoras de esos y otros teóricos preceden un auténtico manual de retórica del texto drogado para dar después paso al meticuloso y extraordinariamente bien documentado relato histórico de la evolución del papel de la droga desde los sesenta hasta el final de la transición. El cuerpo del monumento lo forma primero una exhaustiva tipología de motivos y temáticas del texto drogado en el contexto de la transición española para después dejar paso, precisamente tras aquel “intermedio fotográfico”, a diez individualidades ejemplares.

El rigor taxonómico del texto, desde el mismo sistema de numeración de sus secciones, contrasta con la sostenida pasión de su lenguaje. Esa convivencia es síntoma de la constante oscilación del texto entre la distancia y la complicidad. Letras arrebatadas se debate entre la memoria como ejercicio de legitimación y canonización y el impulso por respetar la voluntad de autoexclusión, resistencia y opacidad de muchos de sus protagonistas. Labrador es perfectamente consciente del problema:

[el acceso al canon de modo póstumo] puede obligar a enfocar esta memoria de un modo solapado, en un pacto donde se desactiva el potencial subversivo de estos discursos a cambio de su eventual inscripción en el registro…